HERALDO DE ARAGÓN | Ni España vacía ni España vaciada: España despoblada, entrevista a Vicente Pinilla, coautor junto a Fernando Collantes del libro editado por la Cátedra, “¿Lugares que no importan? La despoblación de la España rural desde 1900 hasta el presente”
El libro ‘¿Lugares que no importan?’, la despoblación de la España rural desde 1900 hasta el presente, de Fernando Collantes y Vicente Pinilla, aparece en un momento de debate sobre la España vacía (o vaciada). Pinilla es catedrático de Historia Económica de la Universidad de Zaragoza.
Tema de moda, la despoblación.
Desde luego. En Aragón siempre fue un tema de interés, sensible. Ya lo creo: territorio vasto y poco poblado, invertebrado…
Así se reflejaba en los barómetros de opinión en Aragón, junto a asuntos como el paro o el terrorismo. En España no ocurría lo mismo, el interés por la despoblación era menor. Pero en los dos últimos años ha pasado a ser un tema de actualidad. Incluso el presidente del Gobierno en funciones anunció la creación de un ministerio sobre la despoblación.
¿Qué valor le concede usted a la palabra de Pedro Sánchez…?
El caso es que lo dijo, evidenciando la vigencia del problema. ¿Podemos hablar de la España vacía o de la España vaciada? De ninguna de las dos. Ni España vacía ni España vaciada: España despoblada.
¿Por qué?
Porque la despoblación es un proceso. Vacía quiere decir que no hay nadie, hecho que no es exacto. Y vaciada implica que ha habido unas manos que han vaciado la España rural de forma deliberada, hecho que tampoco es correcto. Entiendo que el fenómeno es más complejo, las políticas no han sido la parte fundamental que explica la despoblación aunque hayan podido contribuir. El núcleo del libro investiga las causas de la despoblación.
Vayamos con esas causas.
Ha habido una brecha entre las condiciones de vida entre la España urbana y la rural. La población abandonó la España rural porque las ciudades ofrecían ingresos más altos, más oportunidades laborales, un mejor acceso a los servicios públicos.
¿Qué soluciones propone?
No solo infraestructuras, más dinero. No es lo fundamental. Más que políticas, mejores políticas. ¿Qué perspectivas divisa de aquí a cincuenta años?
Hay escenarios variados. El caso de Teruel es muy preocupante.
Celtiberia, la Serranía Celtibérica, aparece como zona gris en todos los mapas. Incluso la denominan la Laponia del sur.
No uso el término Celtiberia. El nombre correcto es Sistema Ibérico. Ciertamente, en Aragón hay zonas sombrías como la Serranía de Teruel. El comportamiento demográfico del Pirineo ofrece una perspectiva mucho mejor. Plataformas ciudadanas como Teruel Existe están ligadas a este fenómeno. Por cierto, ya han llegado a Madrid…
Es un movimiento interesante, pero recuerdo que su raíz es urbana. Tuvo un resultado electoral espectacular en la ciudad de Teruel. Existe una lógica demanda de infraestructuras, de tren y de autovía, aunque esa es solo una parte del problema. Son necesarias las oportunidades laborales.
La despoblación también ha penetrado en la literatura. Qué mejor ejemplo que su libro…
El libro lo publicamos en 2011 en Inglaterra en inglés…
¿En España, no?
No. Era el peor momento de la crisis y las editoriales pensaron entonces que no tenía interés.
A García Márquez también le dieron portazo varias editoriales por ‘Cien años de soledad’… Esto no es la soledad de Macondo, pero también tiene su aquel…
Casi una década después, y tras agregar un largo capítulo para actualizar datos, aquí está ‘¿Lugares que no importan?’.
El escritor Sergio del Molino también aportó rica literatura al tema con el libro ‘La España vacía: viaje al país que nunca fue’.
Hay contribuciones previas. El primero en exponerlo fue Julio Llamazares en los años noventa con ‘La lluvia amarilla’. Santiago Lorenzo, con ‘Los asquerosos’, también trata el tema. Y José Luis Acín. Y Jordi Évole en su programa… El tema está en la calle.
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