Plácido Díez

Plácido Díez

Licenciado en Ciencias de la Información y con estudios de Derecho, trabajo desde el pasado 3 de enero como técnico contra la despoblación en la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ). Antes, durante tres años y medio, lo hice como técnico de comunicación.

Mi voluntad está siendo trasladar mi experiencia periodística a esta tarea en la que la DPZ va de la mano de la Universidad de Zaragoza a través de la primera cátedra específica que se creó en España en junio de 2017, la Cátedra de despoblación y creatividad DPZ-Universidad de Zaragoza.

Experiencia por experiencia, conectamos con un equipo de profesores que llevaban casi 20 años investigando desde la facultad de Economía y Empresa, sin ruido y con rigor académico el fenómeno de la despoblación, con Luis Antonio Sáez y Vicente Pinilla como rostros más visibles.

No solo hemos conectado personal y profesionalmente sino también en el planteamiento de cercanía y de participación de los protagonistas de las comunidades rurales aportando ideas, como el programa Desafío de prácticas universitarias de verano en pequeños municipios o el concurso de relatos y videos ¡Qué bello es vivir en mi pueblo!, que den visibilidad al talento que ya existe en el Aragón despoblado y que estimulen la autoestima, lo positivo de esa forma de vida en un mundo interconectado en el que se difuminan las fronteras entre lo rural y lo urbano, en el que la aceleración y la dispersión repercuten en la calidad en las relaciones humanas y en la armonía con la naturaleza.

Nuestra fórmula: facilitar el trabajo en red y el intercambio de iniciativas dentro y fuera de Aragón, dentro y fuera de España. Y en esta labor, el trabajo de mi compañero, el geógrafo Luis Alfonso Castellano, es admirable.

Pertenezco a la Red española de periodistas rurales, a la junta directiva del Consejo Aragonés del Movimiento Europeo y a la del Centro de Estudios del Jiloca, comarca a la que me siento indisolublemente unido, fue el principio, nací en la casa familiar de Fuentes Claras, y será el final de mi machadiano caminar.

Milito en la solidaridad con los que tienen menos oportunidades, en el Zaragoza con Aragón, en el equipo de fútbol Veteranos Universidad, mi segunda familia, y en el zaragocismo de lágrimas compartido con el madridismo que me contagió de niño el Madrid yé-yé en aquellos locos 60 en el que mi generación se enamoró de la luna.

Una de mis grandes referencias, el periodista, escritor y filósofo Albert Camus, de cuya prematura muerte en accidente de tráfico se acaban de cumplir 60 años, decía que “uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la padecen”.